Vayamos primero a los hechos: Real Madrid y Barcelona son dos empresas radicadas en España que son las mejores del mundo en su actividad. El Real Madrid fue declarado mejor equipo de siglo XX por la Federación internacional de Fútbol (FIFA). En los últimos años, el Barcelona es el mejor equipo del mundo. En la última década la mayoría de los mejores jugadores del mundo de la última década, elegidos por la FIFA y la revista France Football de forma independiente, han jugado o juegan en equipos españoles: Zidane, Figo, Cristiano Ronado, Cannavaro, Kaka, Messi, Ronaldinho, Owen, Rivaldo.
Más hechos: como discutimos en el post anterior, ninguna universidad española figura entre las 200 primeras del ranking de Shangai. Desde que lo lograra Don Santiago Ramón y Cajal hace ya más de 100 años, ningún académico trabajando en una universidad española ha recibido el Premio Nóbel en Física, ni en Química, ni en Economía, ni en Medicina, ni la medalla Field en Matemáticas.
Como quiera que no parece fácil imitar modelos académicos de éxito ajeno, quizá sea interesante analizar en qué difiere el funcionamiento de nuestras universidades del de nuestros exitosos clubes de fútbol. ¿Qué hacen el Real Madrid y el Barcelona FC que no hace la Complutense y la Central?. Se puede resumir en tres palabras: competencia, internacionalización e incentivos
Los clubes de fútbol compiten entre si en todos los ámbitos. Semana a semana, juegan partidos que deparan una asignación de puntos para cada equipo que, sumados al final de la temporada, determinan el ganador del campeonato, los equipos que suben y bajan de división, los que se ganan el derecho a participar en competiciones europeas. Esta competencia trasciende ampliamente el ámbito deportivo. Los clubes compiten por contratar a los mejores jugadores, tanto en la escala profesional como en las categorías juveniles y también compiten por fichar entrenadores.
La competencia es feroz y les lleva a intentan fichar a los mejores jugadores de cualquier club de futbol del mundo. El carácter internacional de la actividad de los clubes de fútbol es una parte esencial de su éxito. No sólo atraen a los mejores jugadores y entrenadores del mundo, a través de excelentes condiciones económicas y fiscales y del prestigio que supone jugar en una de las mejores ligas del mundo. También intentan atraer clientes en todo el mundo. Para ello los clubes españoles emprenden giras en Asia y Norteamérica, de forma que ahora hay fans de la liga española en Corea, viendo los partidos de nuestra liga y añadiendo valor así a los contratos publicitarios de nuestros clubes. Así, jugadores brasileños, portugueses y franceses, dirigidos por un entrenador portugués y hasta hace un año un director deportivo argentino exportan la imagen de un club español a medio mundo.
Los empleados de los clubes de fútbol tienen dos tipos de motivaciones para ser excelentes en su trabajo. Por un lado, incentivos económicos. Los jugadores y entrenadores reciben primas por lograr los objetivos deportivos que se marca el club y aquellos que destacan particularmente puede renegociar su contrato con el club o marcharse a otro que pague más. Por otro lado, los jugadores que no rinden todo lo que se espera de ellos son relegados a la suplencia y al final de temporada son traspasados a equipos, habitualmente de menor nivel. Los entrenadores sufren aun más este stress laboral. Así pueden ser despedidos en mitad de lo temporada si las cosas no funcionan. Todo esto conduce a un sistema de rápida promoción y declive profesional ligado al rendimiento.
¿Compiten entre si las Universidades Españolas por atraer los mejores profesores y alumnos? ¿ Hacen lo posible por contratar a los mejores profesores del mundo? ¿Intentan atraer a estudiantes de todo el mundo? ¿Incentivan con premios y castigos a sus profesores a ser excelentes?. La respuesta es no, no, no y no. En primer lugar, la oferta universitaria española es tan homogénea en precios y servicios que la mayoría de los estudiantes optan por la Universidad más cercana. Mientras que estudiar en Harvard, Oxford, o la Ecole Normale Polytechnique de Paris, es significativamente más prestigioso que estudiar en Nebraska, Southampton o Toulouse, en España no tenemos una percepción social de que algunas universidades sean mucho mejor que otras. Es extremadamente infrecuente que una universidad española haga una campaña de publicidad para atraer estudiantes fuera de su ámbito geográfico. Sin que se pueda aducir un motivo evidente, las Universidades Españolas no tienen ningún programa a gran escala para atraer estudiantes de Latinoamérica, un filón de clientes prácticamente sin explotar.
Varios estudios muestran que el 90% de los profesores de universidad española trabajan en el mismo departamento en el que obtuvieron su tesis doctoral. Así, es como si todas las universidades españolas practicasen la política de fichajes del Athletic de Bilbao, equipo en el que solo juegan jugadores del País Vasco. Por tanto, no hay competencia por fichar a los mejores profesores ni siquiera en el ámbito nacional.
En el capítulo de (falta de) motivaciones, hay que incluir la homogeneidad en los sueldos ya mencionada, y el hecho de que los incentivos por resultados de investigación son menores del 10% del sueldo del profesor, se obtienen tras evaluaciones de periodos de 6 años, y afectan únicamente al profesorado funcionario, que difícilmente ve amenazado su puesto de trabajo. El despido de un profesor, un director de un departamento o un rector por malos resultados es extremadamente infrecuente en las universidades españolas.
Por último, habría que preguntar si las mejores universidades del mundo (Harvard, Princeton, Stanford) compiten, internacionalizan e incentivan, al igual que nuestros clubes de fútbol, que también son los mejores del mundo. La respuesta es si: en sus plantillas trabajan prestigiosos profesores de varias nacionalidades, su aulas están repletas de estudiantes internacionales, el sueldo de sus profesores es revisado periódicamente y está fuertemente vinculado a su rendimiento. Pero no hay que irse tan lejos. Quizá los rectores y los responsables políticos españoles deberían leer más la prensa deportiva.