miércoles, 20 de febrero de 2013

La estación de las dudas

Dicen que la primera inocencia es creerlo todo y la segunda es no creer en nada. La lectura de las noticias de los últimas semanas hace imposible la inocencia. ¿Puede uno creerselo todo?. Hay quien cree que tenemos  un rey infiel, que ampara a un yerno corrupto  y a una hija en la inopia o en el ajo. Que los timados  eran  toda la clase política española, que pagaba con nuestro dinero.  Que destacados miembros  del  gobierno que nos sube los impuestos, habían estado  años cobrando en negro. Que   ese  gobierno  habría perdonado impuestos a los miembros de una red corrupta, vinculada a su  partido, que habría regalado viajes y toneladas de confeti a una ministra.  Que el ex-tesorero del  partido tenía 22 millones de euros  escondidos en Suiza. 

La segunda inocencia afecta también a gente, normalmente distina del grupo anterior, que cree  que tenemos una oposición dirigida por un tipo  que organiza caceroladas en frente a la sede del partido de gobierno, a quien además espia. Que cuando era ministro alentó  un chivatazo a una banda terrorista, esto por no remontarnos a su anterior época de ministro, cuando algún colega ministro suyo acabó en la carcel.   Que cuenta en sus filas con un ex-ministro de Fomento que se reunía con empresarios en gasolineras para recibir sobornos a cambio de favores que habían de implementarse en un ministerio diferente.  Hay quien cree que se han robado nada menos que mill millones de euros del erario público en la Junta de Andalucía y   que en la fundación del partido, cuyo objetivo es "aportar nuevas ideas progresistas" estaba dirigida por un empleado del FMI que pagaba 3k€ por artículo a su ex-mujer.

Hay gente convencida de que los principales dirigentes del actual gobierno catalán tienen cuentas en Suiza, que todos los hijos de un histórico presidente están forrados en negocios con sede en paraísos fiscales.  Sin salir de Cataluña, hay quien cree que varios partidos políticos contrataron a la misma agencia para espiarse unos a otros.  Hay quien cree que todas las obras públicas llevan una comisión ilegal del 3%.

Hay quien piensa que el ex-presidente de Baleares no pudo comprarse un palacete en Palma de forma lícita,  y que el ex-presidente de Valencia se ha ido de rositas por el asunto de los trajes, pero que seguro que ha pillado cacho, como el ex-presidente de la diputación de Castellón, el ex-alcalde de Alicante, y el actual presidente de la diputación de Alicante. Sin salir de las diputaciones, hay quien cree que en la de Orense se enchufaron de golpe a 200 parientes de militantes del partido mayoritario, en un caso que recuerda al de la diputación de Almería.  

Hay quien sostiene que un famoso juez de la Audiencia Nacional se chantajeó a un famoso banquero  para recibir dinero a cambio de librarle de una investigación.  Hay quien cree que las grandes empresas, cuyo negocio depende de decisiones de los políticos, contratan y pagan sueldos de escánadlo a ex-presidentes y ex-ministros de ambos partidos, a cambio de favores.     Que los sindicatos y la patronal  reciben miles de millones de euros para cursos de formación y que no se  sabe  si se dan todos, o no, y que sus cuentas no se hacen públicas, a diferencia de las de los partidos políticos.  A quien cree que el ex-presidente de la patronal andaba en negocios turbios, de ahí  que guardase un lingote de oro en casa y su empresa se fuera a pique.   El actual presidente de la patronal cree que hay un millón de personas que dicen estar en paro no lo están,  y cree que hay muchos empleados públicos que estarían mejor en casa cobrando, que en el trabajo gastando teléfono y papel. 

Dicen  que las Cajas de Ahorros se arruinaron por la mala gestión promovida y amparada por unos consejos de Administración en manos de políticos, empresarios y sindicatos poco profesionales y con intereses turbios, y que el tamaño de este agujero es tan grande que por ahí se está hundiendo todo el país.  Hay quien cree que todos los ciclistas van dopados, que los atletas van hasta arriba, y que es muy raro que los futbolistas estén al margen de todo esto.  Y otros afirman  que la mayoría de las oposiciones  en la Universidad y en el CSIC están amañadas. 

Todas estas noticias han sido publicadas en nuestros medios de comunicación.  Todas y cada una de ellas han sido desmentidas.  ¿Puede uno no creerse nada?. ¿Puede ser todo mentira?.  Yo creo que estamos avocados a la estación de las dudas, que decía Sabina, pero con  un tren de largo recorrido, al revés que en su canción.  Que tenemos la obligación de sospechar y a la vez de no dictar sentencia hasta que lo haga un juez.  Que la sociedad española está emplazada a una cita, dentro de 5, 10 o 15 años, con las sentencias en firme que, con lentitud desesperante, se irán conociendo.  Que este estado de duda, de creer y no creer, tiene que servirnos para construir y no  puede servir  para mirar a otro lado,  para encogerse de hombros o como coartada.  



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