Es una verdad universalmente reconocida que si uno llega a conocer las opiniones y hábitos del profesor cuadrático medio de Universidad, en la España de 2013, averigua que lee El País (o Público), escucha la SER, ve el progama de Wyoming y el del follonero, tiene un odio parido al PP, a Aznar, al liberalismo, al imperialismo yanqui, a la iglesia católica, y en la intimidad vota al PSOE o de lo contrario se jacta de votar a la ultraizquierda. Además, ocurre que resulta extraordinariamente fácil llegar a conocer los hábitos informativos y opiniones políticas de los profesores de Universidad "progres", siento virtualmente imposible lo contrario. ¿Cuántas veces he tenido que poner cara de circunstancias cuándo alguien denigraba vehementemente la inteligencia o la moralidad de la gente de derechas, como si fuera absolutamente imposable que quizá tuviesen uno delante?
Tiene uno la sensación de que, en el ámbito de la Universidad, ser "de derechas" es una acusación y ser "de izquierdas", un salvoconducto y un sello de calidad. De calidad moral, por supuesto. Quizá esta sensación se haya exacerbado debido a que la UA ha desempeñado de alguna manera un papel especial. No en vano, en el lejano 2004 Zapatero eligió la UA para asistir a la inauguración del curso académico, de la UA sacó a Leire Pajín (que anda ahora por Washington) y a Herick Campos, a quien sus estudios de Sociología (inacabados) en la UA le llegaron para ser secretario de juventudes del PSOE y diputado, que todavía lo es. Las cosas no han cambiado mucho en ese sentido: en 2013 hemos elegido a Roque Moreno, número 2 del PSOE en el Ayuntamiento de Alicante como Defensor Universitario, y lo que te rondaré.
Ocurre que todo esto puede haber contribuido a que algunos confundan el todo por la parte, y no. No todos los profesores de Universidad encajamos en el retrato robot del progre de manual, de igual manera que no todos los vascos son ni de ETA ni nacionalistas, ni los catalanes son independentistas. Lo que si es verdad es que las minorías ruidosas, y en algunos casos violentas, pueden parecer mayorías, y pueden silenciar a los discrepantes. Pero en el benevolente ámbito de la Universidad, si muchos hemos estado callados, ocultando nuestra condición, dentro del armario, ha sido más por una cortesía mal entendida, por pudor o por comodidad.
El problema es que nuestro silencio hace imposible el debate casi en igual medida que el intento de imponer el discurso único imperante. Así que, amigos y colegas de derechas, de centro, o medio-pensionistas, salid de una puñetera vez del armario. No os pido que desfilemos ligeros de ropa un día al año, agitando el ABC, disfrazados de Aznar, Reagan o Thatcher. Bastará con que digamos lo que pensamos, que discrepemos, y que no dejemos que se nos insulte por nuestra forma de pensar, o por los periódicos que leemos. No se trata de iniciar una guerra en la cafetería, sino de acercarnos un poco a la sociedad. A mi me resulta chocante que habiendo votado 489 mil personas al PP en Alicante (tanto en 2008, como en 2011) sigamos viviendo la ficción de que absolutamente todas ellas está fuera de la UA.
Tiene uno la sensación de que, en el ámbito de la Universidad, ser "de derechas" es una acusación y ser "de izquierdas", un salvoconducto y un sello de calidad. De calidad moral, por supuesto. Quizá esta sensación se haya exacerbado debido a que la UA ha desempeñado de alguna manera un papel especial. No en vano, en el lejano 2004 Zapatero eligió la UA para asistir a la inauguración del curso académico, de la UA sacó a Leire Pajín (que anda ahora por Washington) y a Herick Campos, a quien sus estudios de Sociología (inacabados) en la UA le llegaron para ser secretario de juventudes del PSOE y diputado, que todavía lo es. Las cosas no han cambiado mucho en ese sentido: en 2013 hemos elegido a Roque Moreno, número 2 del PSOE en el Ayuntamiento de Alicante como Defensor Universitario, y lo que te rondaré.
Ocurre que todo esto puede haber contribuido a que algunos confundan el todo por la parte, y no. No todos los profesores de Universidad encajamos en el retrato robot del progre de manual, de igual manera que no todos los vascos son ni de ETA ni nacionalistas, ni los catalanes son independentistas. Lo que si es verdad es que las minorías ruidosas, y en algunos casos violentas, pueden parecer mayorías, y pueden silenciar a los discrepantes. Pero en el benevolente ámbito de la Universidad, si muchos hemos estado callados, ocultando nuestra condición, dentro del armario, ha sido más por una cortesía mal entendida, por pudor o por comodidad.
El problema es que nuestro silencio hace imposible el debate casi en igual medida que el intento de imponer el discurso único imperante. Así que, amigos y colegas de derechas, de centro, o medio-pensionistas, salid de una puñetera vez del armario. No os pido que desfilemos ligeros de ropa un día al año, agitando el ABC, disfrazados de Aznar, Reagan o Thatcher. Bastará con que digamos lo que pensamos, que discrepemos, y que no dejemos que se nos insulte por nuestra forma de pensar, o por los periódicos que leemos. No se trata de iniciar una guerra en la cafetería, sino de acercarnos un poco a la sociedad. A mi me resulta chocante que habiendo votado 489 mil personas al PP en Alicante (tanto en 2008, como en 2011) sigamos viviendo la ficción de que absolutamente todas ellas está fuera de la UA.
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