domingo, 29 de abril de 2012

Luz al final del túnel

Esta entrada va por nuestros hijos,  nacidos durante esta  crisis, a los que debemos un plan para su futuro. 

Cuando los japoneses firmaron su rendición en 1945 las principales ciudades del país habían sido arrasadas con bombardeos que habían matado a centenares de miles personas.  Dos millones de soldados japoneses y  un cuarto de millón de civiles murieron en esa guerra.  Y algo parecido puede decirse de los alemanes de 1945.  No creo que al final de la guerra la red de carreteras, escuelas, hospitales, universidades, aeropuertos, trenes, pantanos de Japón y Alemania fuera, ni por asomo, mejor que la de la España de 2012.

¿Qué futuro podían ver  japoneses y alemanes en 1945?. ¿Qué esperanza tenían?.    Los españoles de 2012 le tememos a una intervención. Japoneses y alemanes estaban ocupados.   Tres millones de españoles de 2012 han perdido su empleo en los últimos  años. 3 millones de soldados alemanes habían perdido su vida en la guerra. 

Mi niñez transcurre 3 décadas después del final de la segunda guerra mundial. Recuerdo que las motos buenas eran Kawasaki y Honda, japonesas.  Recuerdo que compramos una televisión Grundig, alemana, y un vídeo Sony, japonés.  Y recuerdo que los coches buenos, que no podíamos comprar, eran Mercedes, BMW,  Volkswagen, todos alemanes. En los años 70,  Alemania y Japón eran no solo países plenamente desarrollados sino potencias mundiales.

En ocasiones, cuando muestro mi admiración por estas proezas,  me dicen que Japón y Alemania recibieron una gran ayuda para reconstruir el país. Pero nosotros, en 2012,  no tenemos que construir el país. Ya nos hemos dedicado a construirlo, igual demasiado, en las últimas décadas. Salvo necesidades puntuales, no tenemos que hacer más carreteras, ni más hospitales, ni más pantanos, ni más aeropuertos. Nos sobran un millón de casas. Hasta nos sobran unos cuantos aeropuertos. Si alemanes y japoneses, y Europa en general que también estaba machacada, pudieron reponerse a una guerra mundial. Si  Corea del Sur pasó de ser tan pobre como Ghana en 1966 a ser casi tan rica como España 40 años más tarde.   Si ellos pudieron, ¿por qué no vemos nosotros en 2012 la luz al final del túnel?.   Y sin embargo, una de las frases más repetidas es "no veo como vamos a salir de ésta". 

Una cosa está clara: su colapso en los últimos 5 años muestra que  el modelo de desarrollo de los últimos 50, basado en la construcción de  infraestructuras (pantanos, centrales nucleares, colegios, institutos, universidades, hospitales,  metro, alta velocidad, aeropuertos, complejos arquitectónicos, una ciudad costera que va de Huelva a Gerona, trufada con dos mil millones de rotondas)  no se puede repetir.   Ya apenas quedan infraestructuras por construir cuyo valor añadido sea incuestionable. Nuestros políticos deben comprender que el valor añadido de un hospital o un autopista, donde son necesarios, es infinitamente mayor que el de un tren de alta velocidad con 9 pasajeros al día, o el de un aeropuerto sin licencia de vuelo,  o un complejo arquitectónico con fines de ocio. De ahí que las mismas políticas que hicieron crecer el país de los 60 hasta 2007, nos hayan conducido a la desastrosa situación actual. 

Por tanto, ZP tenía razón en que debíamos ir a una economía basada en el conocimiento, a un cambio del modelo productivo, pero nadie se toma en serio a un tipo que dice eso y nombra a Leire Pajín ministra de sanidad y manda a los ayuntamientos 11 mil millones de euros para que los gasten en obras que no tenían previstas, en el plazo de 6 meses, logrando ser así el país con más rotondas del universo. 

Saldremos de ésta si nos  convencemos de que nuestro progreso económico pasa por nuestra creatividad y por nuestro talento. Cuando  hagamos nuestra la frase de que la mejor manera de predecir el futuro, y por tanto controlarlo,  es inventarlo.  Muchos españoles se preguntan si queda algo por inventar.   ¿No están hartos de tener que conducir su coche les robe unas horas todas las semanas? Google está investigando en un sistema de conducción robotizada.  Podríamos ir en nuestro coche a todas partes mientras dormimos, leemos el mail o usamos el ordenador.   ¿No están hartos de tener que cargar el móvil y el ordenador con un cable? Una spin-off de MIT, WiTricity  está desarrollando un sistema de transferencia de energía eléctrica sin hilos, que permitiría cargar nuestros móviles, ordenadores y hasta un coche, sin necesidad de cables.  ¿No están hartos de pagar un dineral por la factura eléctrica y la gasolina?.  Si el proyecto ITER funciona, puede que estemos a pocas décadas de tener energía casi gratis e infinita. ¿Cómo será nuestra sociedad cuando descubramos  los procesos fisiológicos que conducen a conductas criminales?   ¿Y qué pasará con nuestra torre de Babel cuando un ordenador del tamaño de un grano de arroz  haga de interprete y nos permita hablar con un chino en tiempo real?

Por tanto, queda mucho por inventar, porque  casi todos nuestros problemas están por resolver. La medida de nuestro bienestar futuro pasa por nuestra capacidad de acometer   los tremendos cambios que tenemos que hacer para cambiar el modelo. Esto  empieza por que las madres no aspiren a que sus hijos sean funcionarios. Y porque nuestros estudiantes aspiren a aprender para aprobar, y no a aprobar sin aprender. Y a que pensemos menos en un banco malo y pensemos en hacer una, aunque solo una fuera,  universidad buena.  En resumen,  para salir de ésta, tendremos que empezar todos, en especial en la Universidad,  a pensar de forma diferente.


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